La evaluación actualizada revisa el resultado de la evaluación anterior de la EFSA publicada en 2016, que destacó la necesidad de más investigación para llenar las lagunas que siempre han rodeado a este aditivo
“Teniendo en cuenta todos los estudios y datos científicos disponibles, podemos decir que el dióxido de titanio ya no puede considerarse seguro como aditivo alimentario. Un elemento crítico para llegar a esta conclusión es que no pudimos excluir los problemas de genotoxicidad después del consumo de partículas de dióxido de titanio. Tras la ingestión oral, la absorción de partículas de dióxido de titanio es baja, sin embargo, pueden acumularse en el organismo”, son palabras de Maged Younes, profesor y presidente del grupo de expertos de la EFSA para aditivos alimentarios y aromatizantes (FAF).
La evaluación se realizó siguiendo una metodología rigurosa y teniendo en cuenta miles de estudios que están disponibles desde la evaluación anterior de la EFSA en 2016, incluida nueva evidencia científica y datos sobre nanopartículas.
Los expertos científicos aplicaron por primera vez las Orientaciones del Comité Científico de la EFSA sobre nanotecnología de 2018 para la evaluación de la seguridad de los aditivos alimentarios. El dióxido de titanio E171 contiene como máximo el 50% de partículas en el rango nano (es decir, menos de 100 nanómetros) a las que pueden estar expuestos los consumidores.
Evaluación de genotoxicidad
La genotoxicidad se refiere a la capacidad de una sustancia química para dañar el ADN, el material genético de las células. Dado que la genotoxicidad puede producir efectos cancerígenos, es fundamental evaluar el posible efecto genotóxico de una sustancia para llegar a una conclusión sobre su seguridad.
El profesor Matthew Wright, miembro del grupo de expertos de la FAF y presidente del grupo de trabajo de la EFSA sobre el E171, afirmó: “Aunque la evidencia de los efectos tóxicos generales no fue concluyente, sobre la base de los nuevos datos y los métodos reforzados, no pudimos descartar una preocupación por la genotoxicidad y, en consecuencia, no pudimos establecer un nivel seguro para la ingesta diaria del aditivo alimentario ".
Los gestores de riesgos de la Comisión Europea y de los Estados miembros de la UE han sido informados de las conclusiones de la EFSA y considerarán las medidas adecuadas a tomar para garantizar la protección de los consumidores.
Fondo
El dióxido de titanio (E171) está autorizado como aditivo alimentario en la UE de acuerdo con el anexo II del Reglamento (CE) número 1333/2008.
La seguridad del aditivo alimentario E171 fue reevaluada por el Grupo de expertos ANS de la EFSA en 2016 en el marco del Reglamento (UE) No 257/2010, como parte del programa de reevaluación de aditivos alimentarios autorizados en la UE el 20 de enero 2009.
En su dictamen de 2016, los científicos de la ANS recomendaron que se llevaran a cabo nuevos estudios para llenar los vacíos sobre los posibles efectos en el sistema reproductivo, lo que podría permitirles establecer una Ingesta Diaria Aceptable (IDA). También se destacó la incertidumbre en torno a la caracterización del material utilizado como aditivo alimentario (E171), en particular con respecto al tamaño de partícula y la distribución del tamaño de partícula del dióxido de titanio utilizado como E 171.
En 2019 la EFSA publicó un comunicado sobre la revisión del riesgo relacionado con la exposición al aditivo alimentario dióxido de titanio (E171) realizada por la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria, Medioambiental y Salud Ocupacional (ANSES). En su declaración, la EFSA destacó que el dictamen de ANSES reiteró las incertidumbres y las lagunas de datos previamente identificadas por la EFSA y no presentó hallazgos que invalidaran las conclusiones anteriores de la Autoridad sobre la seguridad del dióxido de titanio.
En el mismo año (2019), la Autoridad de Seguridad de Productos de Consumo y Alimentos de los Países Bajos (NVWA) también emitió una opinión sobre los posibles efectos en la salud del aditivo alimentario dióxido de titanio, que destacó la importancia de examinar los efectos inmunotoxicológicos además de los posibles efectos reprotoxicológicos.